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La minería en la América española fue el motor de la economía colonial. Tanto en el virreinato del Perú como en el de la Nueva España, las minas engranaron todo el comercio, marcaron los circuitos comerciales orientando la producción a los grandes centros mineros. Si bien, el cerro Rico de Potosí así como Zacatecas (México) contribuyeron con el erario español durante toda la época colonial, hubo otros ingresos que mantuvieron a flote la economía peninsular. La mesta textil y los tributos de las provincias europeas fueron los principales ingresos de la corona.
A medida que el gobierno y el control político de los virreinatos se normalizaba en América, el monopolio español se vio mermado por el comercio ilegal, el crecimiento económico y por el fortalecimiento del tribunal del Consulado, importante gremio comercial del virreinato peruano.
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