Mario Florián
Semblanza
Mario Florián Díaz (1917-199) nació en Nanshá, Contumazá, departamento de Cajamarca. Estudió en Contumazá y Cajamarca y luego en la Universidad de Trujillo y en la de San Marcos en Lima. Destacó desde muy temprano como poeta y en 1940 ganó los juegos florales universitarios con su libro Tono de fauna. En 1944 obtuvo el premio de Fomento a la Cultura del Perú con su libro Urpi, que le dio justa fama. En 1976 obtuvo el Premio Nacional de Literatura que compartió con Luis Alberto Sánchez y Emilio Adolfo Westphalen. Su poesía, publicada muchas veces en plaquetas y opúsculos ha sido recogida en compilaciones como Pequeña antología (1945), Antología poética (1957) y Poemas (1979).
Mario Florián es un poeta andino. Entendemos por esta expresión que reivindica en su escritura los valores de la cultura del ande en el Perú. Él mismo se denomina juglar andinista, y esta última palabra, "andinista", fue el vocablo que utilizó Ernesto More en el prólogo a s propio libro Hésperos de 1918 para reclamar una poesía que expresase no la añoranza del imperio incaico sino que muestre interactuantes en un espacio a la naturaleza, los animales y los vegetales. Así Florián, como antes los poetas del grupo Orkopata de los años treinta, Mercado, Peralta, Churata. De Rodrigo, en su poesía postula los valores colectivos por encima de los individuales: la solidaridad, la reciprocidad, la camaradería, la amistad, el amor. De otro lado, Florián, en su vida y en su obra es testimonio de un hecho muy significativo en la vida de los peruanos: la condición de migrante. El juglar andinista en la ciudad se transforma en un poeta popular. Florián deja que su castizo español que maneja muy bien, con reminiscencias de Machado y de Miguel Hernández, sea poroso al sustrato quechua, no solamente con la incorporación de peruanismos que provienen de nuestra lengua aborigen, sino en el aspecto sintáctico. En los años cuarenta Florián formó parte de los "poetas del pueblo", con Gustavo Valcárcel, Luis Carnero Checa, Guillermo Carnero, Eduardo Jibaja, Felipe Neyra; en los años sesenta del pasado siglo, Florián se convirtió en un símbolo del magisterio y orientó su poesía a servir a los maestros. Eso lo llevó a escribir poesía para niños y para jóvenes y a escribir otros textos que reivindican las necesidades del magisterio.
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