Estrenamos un espacio de entrevistas para explorar, desde las voces de seis reconocidos artistas, los retos para educar en creatividad desde la escuela
Vivimos un tiempo de desarrollo tecnológico casi mágico. Era fines de 2022 y algo llamado “ChatGPT” se instaló en el imaginario… El genio de la botella salió, en formato digital, para concedernos deseos.
“Diseña una imagen de dos cocodrilos jugando fútbol que emule un dibujo infantil”, le pido.
Nos da esto un minuto después:
“Ahora quiero que uno de esos cocodrilos tenga la camiseta de la selección peruana y el otro, que tenga la de Argentina”, le preciso.
Intrigado le pregunto: “¿Cómo puedes hacer esto? ¿En qué consiste la magia de la IA generativa?”
Me responde: “Lo que llamas 'magia' es, en realidad, una mezcla fascinante de matemática avanzada, entrenamiento con millones de ejemplos y mucha estadística”.
“Vamos paso a paso”, me intenta explicar con condescendencia y empatía (o lo que interpreto yo como tal):
A eso se le llama “ruido”. Luego, usando lo que aprendió al analizar millones de imágenes, la IA empieza a transformar ese caos en algo con sentido. Es como si, en vez de pintar, fuera borrando el desorden poco a poco hasta que aparecen formas reconocibles: una pelota, un cocodrilo, una camiseta, un arco de fútbol.
Este proceso, que los expertos llaman “difusión inversa”, es como tallar una escultura dentro del ruido: quitar lo que sobra hasta que emerge lo que pediste. No dibuja línea por línea como lo haría un humano, sino que “descubre” la imagen dentro del caos
Comprendí. Pero igual le pedí un diagrama, para visualizarlo con más claridad:
La magia es puro cálculo matemático y velocidad. Parece mágico porque es sorprendentemente coherente, especialmente cuando la consigna es creativa o visual. Porque parece que “entiende” estilos, emociones o referencias culturales. Porque puede producir contenido en segundos que, en otros tiempos, requería de mucho tiempo de trabajo invertido.
— “Y habrá algo que no puede hacer o no hace tan bien?”—vuelvo a la carga fastidioso e intrigado.
— “Sí” —responde humilde (o lo que interpreto yo como tal):
La inteligencia artificial, que existe hace décadas, ahora tiene un desarrollo generativo que asusta. Es capaz de imitar las lógicas de razonamiento humano y los recursos expresivos manifestados en obras. Lo hace accediendo a una biblioteca de más de 500 mil libros completos y miles de millones de imágenes, que se amplían cada segundo. La IA generativa irrumpe en las aulas, los hogares, los trabajos y, claro, también en los territorios más sensibles de la creación artística. Tienes versiones sin costo que cualquier persona con acceso a internet puede usar.
Si ya existe esto, ¿qué llevaría a un alumno a crear por su cuenta? A invertir recursos valiosos como tiempo, materiales, lecturas, entrenamientos, práctica de habilidades y técnicas. En definitiva, ¿cómo educamos la creatividad desde la escuela? ¿Cómo acompañamos a estudiantes que ya conviven con estas tecnologías y que incluso pueden llegar a usarlas para "crear"?
Como no se me ocurren buenas respuestas, hice mi propio proceso creativo. Aprendí y me entrené de la mirada de seis artistas de disciplinas distintas: la literatura, el cine, el teatro, el diseño visual, la fotografía y la música. Cada uno comparte su mirada sobre qué significa ser creador en tiempos de IA. Aunque sus estilos y trayectorias son diversos, hay patrones que emergen con fuerza y que compartiré en los siguientes meses.
Solo un adelanto de lo que leeremos y aprenderemos en estas seis entregas:
José Carlos Yrigoyen, escritor y crítico literario, nos recuerda que la imaginación necesita tiempo, silencio… y aburrimiento.
Mariana de Althaus, dramaturga y directora teatral, afirma que escribir teatro es una experiencia irrepetible, donde cada obra nace de un no saber y exige intuición, escucha y riesgo emocional.
Gonzalo Ladines, guionista y director de cine, defiende que la experiencia vital —una ruptura, un duelo, un amor— es el insumo insustituible de toda escritura.
Andrea Lamas, artista visual y diseñadora gráfica, observa que la IA puede asistir, pero no reemplazar la intuición ni el lenguaje del cuerpo.
Solange Adum Abdala, fotógrafa, docente y gestora cultural, nos advierte sobre el riesgo de anestesiar la mirada y desconectarnos del mundo sensible.
Karin Zielinski, compositora de bandas sonoras, defiende la “temperatura humana” de la música hecha con el cuerpo, con manos, con tiempo.
Todos coinciden: la IA puede ser útil, sí. Es práctica para tareas mecánicas: corregir, traducir, buscar datos, esquematizar o hacer retoques comerciales. Para ellos, cuando se trata de crear de verdad —lo que conmueve, sorprende, inquieta— la IA se queda corta. Muy corta. Dicen que lo que produce es “torpe”, “mediocre”, “rígido”, sin “matices ni temperatura humana”. Este diagnóstico viene como una invitación poderosa: hablar con los estudiantes sobre qué hace única a la creatividad humana.
La clave está en lo humano: vivir, sentir, aburrirse
¿Y qué no puede hacer la IA? Vivir. Crear requiere haber sentido. Observar con profundidad. Cultivar la intuición, la curiosidad, incluso el aburrimiento —ese estado que puede ser la cuna de la imaginación.
Usarla, sí. Pero con cabeza crítica
Nadie demoniza la IA. Varios la usan. Pero todos coinciden: debe ser una herramienta al servicio del pensamiento, no un atajo que lo reemplace.
Defender la voz propia y lo genuino
La IA puede imitar. Algunos artistas vivieron la experiencia de ver cómo imitaba su estilo (hice una pequeña “travesura” cuando conversé con cada uno). En general, les asombró… pero no los convenció. “Si vas a dejar que la IA escriba por ti, mejor dedícate a otra cosa”, me dijo uno.
Fomentar la conexión humana (y bajar las pantallas)
En suma, la solución parece simple: hay que volver a mirar al otro. La escuela debería ser un espacio de vínculo humano, juego, emoción compartida. Y para eso, menos pantallas, más humanidad.
Estas entrevistas no dan respuestas definitivas. Pero sí ofrecen algo invaluable: preguntas vivas, miradas lúcidas y, sobre todo, una defensa apasionada de eso que hace del arte algo irremplazablemente humano.
Agradezco por su apertura y complicidad a los seis creadores participantes. También a Diego Vásquez-Cubas por su oportuna asistencia con las transcripciones e ideas para las “provocaciones” a los artistas y a José Guzmán por ayudarnos con sus valiosas ideas a generar mejores “prompts” para nuestras entrevistas.
¿Qué opinas tú? ¿Cómo enseñas la creatividad en tiempos de inteligencia artificial? Cuéntanos en los comentarios.
Estrenamos un espacio de entrevistas para explorar, desde las voces de seis reconocidos artistas, los retos para educar en creatividad desde la escuela
Vivimos un tiempo de desarrollo tecnológico casi mágico. Era fines de 2022 y algo llamado “ChatGPT” se instaló en el imaginario… El genio de la botella salió, en formato digital, para concedernos deseos.
“Diseña una imagen de dos cocodrilos jugando fútbol que emule un dibujo infantil”, le pido.
Nos da esto un minuto después:
“Ahora quiero que uno de esos cocodrilos tenga la camiseta de la selección peruana y el otro, que tenga la de Argentina”, le preciso.
Intrigado le pregunto: “¿Cómo puedes hacer esto? ¿En qué consiste la magia de la IA generativa?”
Me responde: “Lo que llamas ‘magia’ es, en realidad, una mezcla fascinante de matemática avanzada, entrenamiento con millones de ejemplos y mucha estadística”.
“Vamos paso a paso”, me intenta explicar con condescendencia y empatía (o lo que interpreto yo como tal):
A eso se le llama “ruido”. Luego, usando lo que aprendió al analizar millones de imágenes, la IA empieza a transformar ese caos en algo con sentido. Es como si, en vez de pintar, fuera borrando el desorden poco a poco hasta que aparecen formas reconocibles: una pelota, un cocodrilo, una camiseta, un arco de fútbol.
Este proceso, que los expertos llaman “difusión inversa”, es como tallar una escultura dentro del ruido: quitar lo que sobra hasta que emerge lo que pediste. No dibuja línea por línea como lo haría un humano, sino que “descubre” la imagen dentro del caos
Comprendí. Pero igual le pedí un diagrama, para visualizarlo con más claridad:
La magia es puro cálculo matemático y velocidad. Parece mágico porque es sorprendentemente coherente, especialmente cuando la consigna es creativa o visual. Porque parece que “entiende” estilos, emociones o referencias culturales. Porque puede producir contenido en segundos que, en otros tiempos, requería de mucho tiempo de trabajo invertido.
— “Y habrá algo que no puede hacer o no hace tan bien?”—vuelvo a la carga fastidioso e intrigado.
— “Sí” —responde humilde (o lo que interpreto yo como tal):
La inteligencia artificial, que existe hace décadas, ahora tiene un desarrollo generativo que asusta. Es capaz de imitar las lógicas de razonamiento humano y los recursos expresivos manifestados en obras. Lo hace accediendo a una biblioteca de más de 500 mil libros completos y miles de millones de imágenes, que se amplían cada segundo. La IA generativa irrumpe en las aulas, los hogares, los trabajos y, claro, también en los territorios más sensibles de la creación artística. Tienes versiones sin costo que cualquier persona con acceso a internet puede usar.
Si ya existe esto, ¿qué llevaría a un alumno a crear por su cuenta? A invertir recursos valiosos como tiempo, materiales, lecturas, entrenamientos, práctica de habilidades y técnicas. En definitiva, ¿cómo educamos la creatividad desde la escuela? ¿Cómo acompañamos a estudiantes que ya conviven con estas tecnologías y que incluso pueden llegar a usarlas para “crear”?
Como no se me ocurren buenas respuestas, hice mi propio proceso creativo. Aprendí y me entrené de la mirada de seis artistas de disciplinas distintas: la literatura, el cine, el teatro, el diseño visual, la fotografía y la música. Cada uno comparte su mirada sobre qué significa ser creador en tiempos de IA. Aunque sus estilos y trayectorias son diversos, hay patrones que emergen con fuerza y que compartiré en los siguientes meses.
Solo un adelanto de lo que leeremos y aprenderemos en estas seis entregas:
José Carlos Yrigoyen, escritor y crítico literario, nos recuerda que la imaginación necesita tiempo, silencio… y aburrimiento.
Mariana de Althaus, dramaturga y directora teatral, afirma que escribir teatro es una experiencia irrepetible, donde cada obra nace de un no saber y exige intuición, escucha y riesgo emocional.
Gonzalo Ladines, guionista y director de cine, defiende que la experiencia vital —una ruptura, un duelo, un amor— es el insumo insustituible de toda escritura.
Andrea Lamas, artista visual y diseñadora gráfica, observa que la IA puede asistir, pero no reemplazar la intuición ni el lenguaje del cuerpo.
Solange Adum Abdala, fotógrafa, docente y gestora cultural, nos advierte sobre el riesgo de anestesiar la mirada y desconectarnos del mundo sensible.
Karin Zielinski, compositora de bandas sonoras, defiende la “temperatura humana” de la música hecha con el cuerpo, con manos, con tiempo.
Todos coinciden: la IA puede ser útil, sí. Es práctica para tareas mecánicas: corregir, traducir, buscar datos, esquematizar o hacer retoques comerciales. Para ellos, cuando se trata de crear de verdad —lo que conmueve, sorprende, inquieta— la IA se queda corta. Muy corta. Dicen que lo que produce es “torpe”, “mediocre”, “rígido”, sin “matices ni temperatura humana”. Este diagnóstico viene como una invitación poderosa: hablar con los estudiantes sobre qué hace única a la creatividad humana.
La clave está en lo humano: vivir, sentir, aburrirse
¿Y qué no puede hacer la IA? Vivir. Crear requiere haber sentido. Observar con profundidad. Cultivar la intuición, la curiosidad, incluso el aburrimiento —ese estado que puede ser la cuna de la imaginación.
Usarla, sí. Pero con cabeza crítica
Nadie demoniza la IA. Varios la usan. Pero todos coinciden: debe ser una herramienta al servicio del pensamiento, no un atajo que lo reemplace.
Defender la voz propia y lo genuino
La IA puede imitar. Algunos artistas vivieron la experiencia de ver cómo imitaba su estilo (hice una pequeña “travesura” cuando conversé con cada uno). En general, les asombró… pero no los convenció. “Si vas a dejar que la IA escriba por ti, mejor dedícate a otra cosa”, me dijo uno.
Fomentar la conexión humana (y bajar las pantallas)
En suma, la solución parece simple: hay que volver a mirar al otro. La escuela debería ser un espacio de vínculo humano, juego, emoción compartida. Y para eso, menos pantallas, más humanidad.
Estas entrevistas no dan respuestas definitivas. Pero sí ofrecen algo invaluable: preguntas vivas, miradas lúcidas y, sobre todo, una defensa apasionada de eso que hace del arte algo irremplazablemente humano.
Agradezco por su apertura y complicidad a los seis creadores participantes. También a Diego Vásquez-Cubas por su oportuna asistencia con las transcripciones e ideas para las “provocaciones” a los artistas y a José Guzmán por ayudarnos con sus valiosas ideas a generar mejores “prompts” para nuestras entrevistas.
¿Qué opinas tú? ¿Cómo enseñas la creatividad en tiempos de inteligencia artificial? Cuéntanos en los comentarios.
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En realidad y para ser honestos a mi me parece algo increíble lo que hoy en estos tiempos hace la IA tanto que para personas como yo, que hemos sido formados sin la Tecnología. Con decirle que este mi pueblo de Jaén ni luz eléctrica había. Nos es muy difícil adecuarnos a la modernidad tecnológica, no digo que sea imposible sino difícil, muy difícil pero allí estamos haciendo lo que se puede.
La intateligencia artificial es un apoyo al ser humanol,porque el ser humano tiene creatividad y es la clave para fomentar el desarrollo de toda actividad.
La IA es una herramienta tecnológica muy útil e interesante ya que nos permite diseñar textos e imágenes en el ámbito educativo, haciendo poner en práctica la creatividad de los estudiantes.
Esto se puede aplicar con mis alumnos para cualquier àrea, buenos datos sobre IA
Así es, Aurelio. En cada entrevista compartiremos actividades sugeridas para diversas áreas curriculares.
muy cieto de la ia que esta revolucionando la informacion
Debemos explorar si esta revolución informativa puede ser también una revolución de paradigmas educativos… Gracias por participar.
Wow qué interesante experiencia compartida Julio César, siempre nos sorprendes con ideas fabulosas que nos inspiran, motivan y sobre todo nos compromete a seguir por ese camino de sacarle provecho a la inteligencia artificial con nuestra imaginación. En estos tiempos actuales de tanto avance tecnológico, os docentes prácticamente estamos “obligados” de sacarle todo el provecho y beneficio en nuestra labor educativa. Gracias por esta motivación. Me encantó lo de “genio de la botella en formato digital”, frase que muy bien define lo que la IA nos está brindando y seguirá haciéndolo.
Gracias, Maruja. Creo que las entrevistas irán dando más luces e inspirando proyectos que, estoy seguro, compartirás con nuestra comunidad.