La pandemia y las políticas de materiales didácticos

Al lado del docente, el libro de texto ha sido siempre reconocido como el recurso más utilizado por los estudiantes. Sus atributos son múltiples y principalmente centrados en el aprendizaje. En las aulas, facilita al docente la implementación del currículo y el uso de variadas metodologías; para los estudiantes es una fuente de consulta para reforzar sus aprendizajes y adquirir nuevos conocimientos, además de ser la herramienta más potente de promoción de la lectura.

El objetivo 4 del desarrollo sostenible 4 de la Agenda 2030 del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo refiere el compromiso de garantizar una educación inclusiva, equitativa y de calidad. En torno a él se firmó un Marco de Acción, que incluye enfoques estratégicos, uno de los cuales establece la necesidad de que los centros de enseñanza cuenten de recursos adecuados, distribuidos equitativamente, y que los libros y, en general los materiales de apoyo al aprendizaje, se adapten al contexto y no sean discriminatorios.

Múltiples investigaciones reconocen el valor del libro de texto. A partir de pruebas aplicadas en los programas PISA y TIMMS, la OCDE destaca que en países como Singapur, Shanghai y Finlandia los libros de texto han desempeñado un papel clave en los logro de los objetivos del currículo, el apoyo a una enseñanza eficaz y en mejores rendimientos de aprendizaje. Inclusive, su importancia aumenta en zonas remotas, donde no llega el internet ni la radio, o el docente carece de una versión impresa del currículo nacional. Allí, el libro de texto es frecuentemente la única fuente de consulta e información para enseñar y aprender.

Es cierto que el desarrollo de las tecnologías digitales ha abierto un debate sobre el futuro del libro de texto. La manera como las nuevas generaciones aprenden actualmente supera la visión que se tenía en el pasado. Los avances en psicología y neurociencia, los nuevos descubrimientos en pedagogía, y muy especialmente, los progresos en tecnología digital, nos han llevado al convencimiento de que hay que aprovechar aquellos aportes que constatan que las formas de aprender son múltiples, que no todos aprenden al mismo ritmo, que no hay que persistir en el objetivo que todos aprendan lo mismo, que el universo del aprendizaje no tiene límites y que en educación hay que priorizar lo más importante, significativo, imperecedero y durable en el tiempo. De allí la creciente importancia que tiene la personalización, el desarrollo de talentos, el aprendizaje cooperativo, el internet de las cosas, entre otros. En esa larga lista de transformaciones que deben empezar en la educación, no está ausente el libro de texto.

Quizás el libro de texto -y los recursos digitales que hoy en día le acompañan- no tenga el impacto que tiene un buen docente en el proceso formativo de nuestros estudiantes, pero es un recurso fundamental para la adquisición de conocimientos y competencias para la vida. En el Perú, la Encuesta Nacional de Docentes 2018, encontró que el 74% de los docentes ubica a los materiales educativos, suficientes y adecuados, como el principal factor que les ayuda a mejorar su práctica pedagógica. Le sigue, a 17 puntos, el acceso a la tecnología y a la internet. En sexto lugar figura el acceso a material de consulta, como las bibliotecas de aula.

Encuesta Nacional Docente 2018

Pregunta de respuesta múltiple: Factores que ayudarían a mejorar la práctica pedagógica Cuadro de respuestas

Fuente. ENDO, 2018, Minedu

Nadie duda que desearíamos una revolución más acelerada e integral del material didáctico. No obstante, para que ello suceda, hay que superar la limitante del acceso universal a la conectividad, el equipamiento adecuado, el desarrollo de capacidades tecnológicas en docentes y estudiantes, así como la adecuación del currículo para facilitar su uso. Todavía existen grandes grupos poblacionales excluídos de sus beneficios o aún contando con ese acceso, no lo reciben con la calidad y regularidad suficientes.

Durante los dos años de cierre de las escuelas hubiera sido deseable que donde se daban limitaciones tecnológicas como las mencionadas, los estudiantes hayan contado con el libro didáctico para complementar lo que el profesor podía ofrecerles (alrededor de un 5% de la población escolar no tuvo acceso ni siquiera acceso a la radio). El problema está que el Ministerio de Educación no adquiere libros desde el 2018, solo cuadernos de trabajo. Agrava aún más la situación la vigencia de la Ley Nº 31498, que permite que los padres de familia intervengan en la elaboración de los textos escolares. Una declaración reciente del Ministro de Educación advierte que debido a esa Ley, han tenido que paralizar la impresión de cuadernos de trabajo para educación inicial, primaria y secundaria, que serían distribuidos antes de empezar el año escolar 2023.

En tanto, diferente es la situación de otros países de la Región que avanzan. Durante los dos años de pandemia los gobiernos no solo continuaron con la adquisición del material didáctico necesario siguiendo las tendencias de años previos, sino que han fortalecido la relación con la industria editorial. Veamos las experiencias más relevantes en América Latina.     

Materiales didácticos en escuelas públicas latinoamericanas

En la mayoría de los países de América Latina, las administraciones de gobierno adquieren libros de texto de forma regular para ser repartidos entre las escuelas públicas. En los países con mayor matrícula escolar de la región la compra es recurrente y en algunos de ellos, como es el caso de México y Brasil, constituyen verdaderas políticas de Estado que trascienden el gobierno de turno y el signo ideológico de quien gobierna.

En México, la Comisión Nacional de Libro Gratuito (CONALITEG) fue creada a finales de la década de los años cincuenta del siglo pasado. Su cobertura es tan amplia que no solo los alumnos de las escuelas públicas, sino también los de las privadas de educación inicial y primaria reciben los libros que edita e imprime el Estado. En el año escolar 2021-2022, el Estado adquirió 154 millones de textos para una población en educación básica y secundaria de 24,1 millones de estudiantes. En Brasil, el Programa Nacional do Livro Didático (PNLD) cumplirá cuatro décadas el 2025. Al inicio de la pandemia, el 2020, benefició a 173 mil escuelas y 32 millones de alumnos de los distintos niveles educativos repartiendo 172,5 millones de ejemplares. Los libros aprobados por el Ministerio de Educación se reimprimen cada año y, puesto que el conocimiento evoluciona constantemente, la oferta por nivel educativo es renovada cada 4 años. En Argentina la compra es un tanto más irregular que en Brasil y México. Aún así, durante la última década el Estado ha comprado un promedio anual de más de 5 millones y medio de ejemplares (un total de 56,1 millones ejemplares entre 2013 y 2022.

Aspectos en común. Si bien cada país cuenta con su propio sistema de selección, compra y distribución, todos tienen algo en común: los materiales susceptibles de ser adquiridos pasan por un proceso técnico de evaluación. Entre los libros aprobados, el maestro, la escuela o la entidad federativa tienen un alto grado de autonomía relativa para seleccionar el material que mejor se ajusta a sus necesidades y la de su entorno geográfico o cultural. Dicha “bibliodiversidad” permite que, en el caso de México, los docentes de secundaria puedan escoger entre más 400 libros repartidos entre las distintas asignaturas y los tres grados de este nivel de enseñanza.

Otro aspecto en común entre estos países es que no solo adquieren material para las asignaturas tradicionales (matemática, comunicación, ciencias sociales o naturales) sino también para cubrir otras necesidades, como literatura infantil juvenil (Programa Biblioteca de Aula y Escolares) y para programas más específicos como el Programa Nacional de Inglés (PRONI) en el caso de México, o Tempo de Aprendizaguem, el programa de alfabetización más completo de la historia de Brasil, destinado principalmente a niños en edad preescolar y de 1º y 2º año de la escuela primaria en las escuelas públicas brasileñas.

El sistema de adquisición opera sobre la base de un procedimiento similar que es el acuerdo entre el Estado y las Cámaras del Libro de sus respectivos países. Un ejemplo: en México en agosto de 2018 se firmó un Convenio entre CONALITEG y la Cámara Mexicana de la Industria Editorial (CANIEM) a través del cual “conjuntan capacidades, recursos, esfuerzos y experiencias para llevar a cabo el proceso de selección de libros de texto gratuito para uso en las escuelas secundarias”.

Los cronogramas de adquisición están concebidos de manera que los libros llegan a las escuelas con la anticipación necesaria. En Brasil, el Fondo Nacional de Desarrollo de la Educación y la Empresa Brasileña de Correos y Telégrafos, cuentan con un acuerdo que lleva los libros directamente de la editorial a las escuelas. Esta etapa de distribución del material adquirido es monitoreada por técnicos del Fondo y de las Secretarías de Educación de los Estados. Las escuelas disponen de los libros entre octubre del año anterior y el inicio del nuevo año escolar, en marzo. En las zonas rurales, los libros se entregan a las alcaldías o secretarías municipales de educación, quienes los hacen llegar a las escuelas.

En los tres países, los libros que el Estado adquiere suelen ser los mismos que se utilizan en el mercado educativo privado; pero a precios de adquisición significativamente más bajos gracias a los altos volúmenes de producción. De esta forma, los alumnos que asisten a escuelas públicas no están en “desventaja” respecto de los alumnos de las escuelas privadas. Como establece el sector educativo-editorial en Argentina: “la presencia del libro de texto en el aula permite la distribución democrática del conocimiento en la medida en que todos los alumnos disponen de un material en común y se minimiza la inequidad surgida de su pertenencia a entornos socio-culturales diferentes”.

Algo más, y cada vez más significativo: para acortar la brecha tecnológica y dar al libro de texto un carácter más dinámico en su actualización de contenidos, los materiales en físico tienden a incluir cada vez con mayor frecuencia recursos digitales y materiales de apoyo específicamente concebidos y desarrollados para facilitar la labor del docente.

Se trata de un proceso altamente técnico y profesional. En la conceptualización y desarrollo de un libro de texto interviene un equipo interdisciplinario conformado, entre otros, por autores, pedagogos, ilustradores, diagramadores, correctores de estilo, especialistas en el diseño de infografías y herramientas de evaluación.

Reflexión final

Sorprende que en la ejecución de una política de material didáctico el Perú haya seguido una línea diferente a la de países como los mencionados en este Informe y en donde han atravesado muchos problemas similares en cuanto a la prestación del servicio educativo en los años recientes, sobre todo los relacionados con la atención de la población escolar más pobre. El libro de texto hubiese podido ser un buen aliado como compensador de diferencias en comunidades donde el profesor no siempre podía impartir clases con regularidad.

Es verdad que el libro de texto requiere una transformación, y ello comienza a darse, pero únicamente para un sector de la población escolar que tiene las mejores condiciones para aprender. Hacerlo para el resto de la población requiere un esfuerzo no solo del gremio empresarial, sino del Estado que tiene que acelerar la generación de condiciones que permitan el acceso a la conectividad y a los recursos tecnológicos necesarios, sobre todo en la escuela pública. De allí la importancia de imitar el ejemplo de países como Brasil y México, en donde se producen acuerdos sostenidos que han llevado a tener sistemas de adquisición de material didáctico consensuados y que van ampliando sus alcances, en campos tan necesarios como la innovación, la investigación de nuevos diseños de material educativo adaptados a los contextos nacionales y locales. Es igualmente importante anotar que los procesos de adquisición estatal tienden a incluir la participación de los Estados o regiones y de las escuelas a través de sus docentes. Estos últimos visitan ferias en donde evalúan, desde su mirada pedagógica -contenidos, estructura, metodología-, la variedad de opciones de material del que pueden elegir los más convenientes para su escuela o red de escuelas.   

Este informe puede verse en: https://educared.fundaciontelefonica.com.pe/desafios-de-la-educacion-en-el-siglo-xxi/

La pandemia y las políticas de materiales didácticos

Autor: Hugo Diaz Publicado: diciembre 1, 2022

Al lado del docente, el libro de texto ha sido siempre reconocido como el recurso más utilizado por los estudiantes. Sus atributos son múltiples y principalmente centrados en el aprendizaje. En las aulas, facilita al docente la implementación del currículo y el uso de variadas metodologías; para los estudiantes es una fuente de consulta para reforzar sus aprendizajes y adquirir nuevos conocimientos, además de ser la herramienta más potente de promoción de la lectura.

El objetivo 4 del desarrollo sostenible 4 de la Agenda 2030 del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo refiere el compromiso de garantizar una educación inclusiva, equitativa y de calidad. En torno a él se firmó un Marco de Acción, que incluye enfoques estratégicos, uno de los cuales establece la necesidad de que los centros de enseñanza cuenten de recursos adecuados, distribuidos equitativamente, y que los libros y, en general los materiales de apoyo al aprendizaje, se adapten al contexto y no sean discriminatorios.

Múltiples investigaciones reconocen el valor del libro de texto. A partir de pruebas aplicadas en los programas PISA y TIMMS, la OCDE destaca que en países como Singapur, Shanghai y Finlandia los libros de texto han desempeñado un papel clave en los logro de los objetivos del currículo, el apoyo a una enseñanza eficaz y en mejores rendimientos de aprendizaje. Inclusive, su importancia aumenta en zonas remotas, donde no llega el internet ni la radio, o el docente carece de una versión impresa del currículo nacional. Allí, el libro de texto es frecuentemente la única fuente de consulta e información para enseñar y aprender.

Es cierto que el desarrollo de las tecnologías digitales ha abierto un debate sobre el futuro del libro de texto. La manera como las nuevas generaciones aprenden actualmente supera la visión que se tenía en el pasado. Los avances en psicología y neurociencia, los nuevos descubrimientos en pedagogía, y muy especialmente, los progresos en tecnología digital, nos han llevado al convencimiento de que hay que aprovechar aquellos aportes que constatan que las formas de aprender son múltiples, que no todos aprenden al mismo ritmo, que no hay que persistir en el objetivo que todos aprendan lo mismo, que el universo del aprendizaje no tiene límites y que en educación hay que priorizar lo más importante, significativo, imperecedero y durable en el tiempo. De allí la creciente importancia que tiene la personalización, el desarrollo de talentos, el aprendizaje cooperativo, el internet de las cosas, entre otros. En esa larga lista de transformaciones que deben empezar en la educación, no está ausente el libro de texto.

Quizás el libro de texto -y los recursos digitales que hoy en día le acompañan- no tenga el impacto que tiene un buen docente en el proceso formativo de nuestros estudiantes, pero es un recurso fundamental para la adquisición de conocimientos y competencias para la vida. En el Perú, la Encuesta Nacional de Docentes 2018, encontró que el 74% de los docentes ubica a los materiales educativos, suficientes y adecuados, como el principal factor que les ayuda a mejorar su práctica pedagógica. Le sigue, a 17 puntos, el acceso a la tecnología y a la internet. En sexto lugar figura el acceso a material de consulta, como las bibliotecas de aula.

Encuesta Nacional Docente 2018

Pregunta de respuesta múltiple: Factores que ayudarían a mejorar la práctica pedagógica Cuadro de respuestas

Fuente. ENDO, 2018, Minedu

Nadie duda que desearíamos una revolución más acelerada e integral del material didáctico. No obstante, para que ello suceda, hay que superar la limitante del acceso universal a la conectividad, el equipamiento adecuado, el desarrollo de capacidades tecnológicas en docentes y estudiantes, así como la adecuación del currículo para facilitar su uso. Todavía existen grandes grupos poblacionales excluídos de sus beneficios o aún contando con ese acceso, no lo reciben con la calidad y regularidad suficientes.

Durante los dos años de cierre de las escuelas hubiera sido deseable que donde se daban limitaciones tecnológicas como las mencionadas, los estudiantes hayan contado con el libro didáctico para complementar lo que el profesor podía ofrecerles (alrededor de un 5% de la población escolar no tuvo acceso ni siquiera acceso a la radio). El problema está que el Ministerio de Educación no adquiere libros desde el 2018, solo cuadernos de trabajo. Agrava aún más la situación la vigencia de la Ley Nº 31498, que permite que los padres de familia intervengan en la elaboración de los textos escolares. Una declaración reciente del Ministro de Educación advierte que debido a esa Ley, han tenido que paralizar la impresión de cuadernos de trabajo para educación inicial, primaria y secundaria, que serían distribuidos antes de empezar el año escolar 2023.

En tanto, diferente es la situación de otros países de la Región que avanzan. Durante los dos años de pandemia los gobiernos no solo continuaron con la adquisición del material didáctico necesario siguiendo las tendencias de años previos, sino que han fortalecido la relación con la industria editorial. Veamos las experiencias más relevantes en América Latina.     

Materiales didácticos en escuelas públicas latinoamericanas

En la mayoría de los países de América Latina, las administraciones de gobierno adquieren libros de texto de forma regular para ser repartidos entre las escuelas públicas. En los países con mayor matrícula escolar de la región la compra es recurrente y en algunos de ellos, como es el caso de México y Brasil, constituyen verdaderas políticas de Estado que trascienden el gobierno de turno y el signo ideológico de quien gobierna.

En México, la Comisión Nacional de Libro Gratuito (CONALITEG) fue creada a finales de la década de los años cincuenta del siglo pasado. Su cobertura es tan amplia que no solo los alumnos de las escuelas públicas, sino también los de las privadas de educación inicial y primaria reciben los libros que edita e imprime el Estado. En el año escolar 2021-2022, el Estado adquirió 154 millones de textos para una población en educación básica y secundaria de 24,1 millones de estudiantes. En Brasil, el Programa Nacional do Livro Didático (PNLD) cumplirá cuatro décadas el 2025. Al inicio de la pandemia, el 2020, benefició a 173 mil escuelas y 32 millones de alumnos de los distintos niveles educativos repartiendo 172,5 millones de ejemplares. Los libros aprobados por el Ministerio de Educación se reimprimen cada año y, puesto que el conocimiento evoluciona constantemente, la oferta por nivel educativo es renovada cada 4 años. En Argentina la compra es un tanto más irregular que en Brasil y México. Aún así, durante la última década el Estado ha comprado un promedio anual de más de 5 millones y medio de ejemplares (un total de 56,1 millones ejemplares entre 2013 y 2022.

Aspectos en común. Si bien cada país cuenta con su propio sistema de selección, compra y distribución, todos tienen algo en común: los materiales susceptibles de ser adquiridos pasan por un proceso técnico de evaluación. Entre los libros aprobados, el maestro, la escuela o la entidad federativa tienen un alto grado de autonomía relativa para seleccionar el material que mejor se ajusta a sus necesidades y la de su entorno geográfico o cultural. Dicha “bibliodiversidad” permite que, en el caso de México, los docentes de secundaria puedan escoger entre más 400 libros repartidos entre las distintas asignaturas y los tres grados de este nivel de enseñanza.

Otro aspecto en común entre estos países es que no solo adquieren material para las asignaturas tradicionales (matemática, comunicación, ciencias sociales o naturales) sino también para cubrir otras necesidades, como literatura infantil juvenil (Programa Biblioteca de Aula y Escolares) y para programas más específicos como el Programa Nacional de Inglés (PRONI) en el caso de México, o Tempo de Aprendizaguem, el programa de alfabetización más completo de la historia de Brasil, destinado principalmente a niños en edad preescolar y de 1º y 2º año de la escuela primaria en las escuelas públicas brasileñas.

El sistema de adquisición opera sobre la base de un procedimiento similar que es el acuerdo entre el Estado y las Cámaras del Libro de sus respectivos países. Un ejemplo: en México en agosto de 2018 se firmó un Convenio entre CONALITEG y la Cámara Mexicana de la Industria Editorial (CANIEM) a través del cual “conjuntan capacidades, recursos, esfuerzos y experiencias para llevar a cabo el proceso de selección de libros de texto gratuito para uso en las escuelas secundarias”.

Los cronogramas de adquisición están concebidos de manera que los libros llegan a las escuelas con la anticipación necesaria. En Brasil, el Fondo Nacional de Desarrollo de la Educación y la Empresa Brasileña de Correos y Telégrafos, cuentan con un acuerdo que lleva los libros directamente de la editorial a las escuelas. Esta etapa de distribución del material adquirido es monitoreada por técnicos del Fondo y de las Secretarías de Educación de los Estados. Las escuelas disponen de los libros entre octubre del año anterior y el inicio del nuevo año escolar, en marzo. En las zonas rurales, los libros se entregan a las alcaldías o secretarías municipales de educación, quienes los hacen llegar a las escuelas.

En los tres países, los libros que el Estado adquiere suelen ser los mismos que se utilizan en el mercado educativo privado; pero a precios de adquisición significativamente más bajos gracias a los altos volúmenes de producción. De esta forma, los alumnos que asisten a escuelas públicas no están en “desventaja” respecto de los alumnos de las escuelas privadas. Como establece el sector educativo-editorial en Argentina: “la presencia del libro de texto en el aula permite la distribución democrática del conocimiento en la medida en que todos los alumnos disponen de un material en común y se minimiza la inequidad surgida de su pertenencia a entornos socio-culturales diferentes”.

Algo más, y cada vez más significativo: para acortar la brecha tecnológica y dar al libro de texto un carácter más dinámico en su actualización de contenidos, los materiales en físico tienden a incluir cada vez con mayor frecuencia recursos digitales y materiales de apoyo específicamente concebidos y desarrollados para facilitar la labor del docente.

Se trata de un proceso altamente técnico y profesional. En la conceptualización y desarrollo de un libro de texto interviene un equipo interdisciplinario conformado, entre otros, por autores, pedagogos, ilustradores, diagramadores, correctores de estilo, especialistas en el diseño de infografías y herramientas de evaluación.

Reflexión final

Sorprende que en la ejecución de una política de material didáctico el Perú haya seguido una línea diferente a la de países como los mencionados en este Informe y en donde han atravesado muchos problemas similares en cuanto a la prestación del servicio educativo en los años recientes, sobre todo los relacionados con la atención de la población escolar más pobre. El libro de texto hubiese podido ser un buen aliado como compensador de diferencias en comunidades donde el profesor no siempre podía impartir clases con regularidad.

Es verdad que el libro de texto requiere una transformación, y ello comienza a darse, pero únicamente para un sector de la población escolar que tiene las mejores condiciones para aprender. Hacerlo para el resto de la población requiere un esfuerzo no solo del gremio empresarial, sino del Estado que tiene que acelerar la generación de condiciones que permitan el acceso a la conectividad y a los recursos tecnológicos necesarios, sobre todo en la escuela pública. De allí la importancia de imitar el ejemplo de países como Brasil y México, en donde se producen acuerdos sostenidos que han llevado a tener sistemas de adquisición de material didáctico consensuados y que van ampliando sus alcances, en campos tan necesarios como la innovación, la investigación de nuevos diseños de material educativo adaptados a los contextos nacionales y locales. Es igualmente importante anotar que los procesos de adquisición estatal tienden a incluir la participación de los Estados o regiones y de las escuelas a través de sus docentes. Estos últimos visitan ferias en donde evalúan, desde su mirada pedagógica -contenidos, estructura, metodología-, la variedad de opciones de material del que pueden elegir los más convenientes para su escuela o red de escuelas.   

Este informe puede verse en: https://educared.fundaciontelefonica.com.pe/desafios-de-la-educacion-en-el-siglo-xxi/

Escribe un comentario

  • Comentarios: 0
  • Valoraciones: 0
       

 

Publicaciones relacionadas

Cartilla para familias de estudiantes con Trastorn ...

Desde Educared, queremos compartir a las familias una guía muy útil elaborada por el Ministerio de Educación en alian ...

Educación más allá del aula: ¿Cómo atender a ...

Educación más allá del aula es un conjunto de conversatorios online organizado por Fundación Telefónica y Educared ...

Educared se une al portal “Aprendo en Casa” de ...

A través de Fundación Telefónica/Movistar y “la Caixa” Foundation se ha puesto a disposición del Ministerio de E ...