El dilema del uso o no de los celulares en las aulas

A medida que la tecnología avanza y se integran nuevas metodologías educativas, varios países del mundo desarrollado y en desarrollo siguen discutiendo acerca del uso de los celulares en las aulas. Francia desde 2018, implementó una ley que prohíbe su empleo en escuelas primarias y secundarias, con algunas excepciones para actividades educativas específicas. En los Estados Unidos su uso está permitido pero igualmente con regulaciones específicas. Generalmente las decisiones de política al respecto no son cien por ciento excluyentes, pero toman en cuenta las características del contexto cultural y educativo.

Las preocupaciones y críticas han ido principalmente por cuatro razones identificadas en varias investigaciones, como las derivadas de las evaluaciones nacionales e internacionales sobre aprendizajes: (i) dependencia, distracción y desconcentración cuando su uso no es bien controlado en las aulas; además, el interés por seguir las redes sociales o juegos trae el riesgo de disminuir el desarrollo de las habilidades interpersonales; (ii) ciberbullying, al ser utilizado para ejercer acoso escolar creando un ambiente hostil; (iii) seguridad y privacidad con riesgo de ser comprometidas; y (iv) acceso desigual, lo que puede aumentar la brecha digital y desigualdades en el aprendizaje.

Frente a estas preocupaciones y críticas hay igualmente posiciones a favor de su empleo en las aulas. Entre las principales están: (i) es una herramienta de aprendizaje a través de la cual los estudiantes pueden aprender a gestionar su tiempo y a usar la tecnología de manera responsable al facilitar el acceso personalizado a aplicaciones educativas, a internet y recursos multimedia que pueden enriquecer y modelar el aprendizaje a su ritmo; (ii) contribuyen al aprendizaje activo y colaborativo y a una comunicación rápida, eficiente y cara a cara entre estudiantes, padres y profesores; (iii) para estudiantes con discapacidades, pueden ofrecer herramientas de accesibilidad que mejoran su experiencia educativa; (iv) contribuyen a preparar en habilidades digitales cada vez más necesarias para vida diaria y para un entorno laboral más tecnológico; (iv) se vuelven más importantes cuando la escuela tiene gran insuficiencia de equipamiento inmformático o carece de él.

Perú no ha escapado a esta precupación yendo un poco más allá: el Congreso de la República la Comisión de Educación, Juventud y Deporte del Congreso de la República planteó el proyecto de ley 5532/2022-CR, para prohibir drásticamente, durante el dictado de clases, no solo el uso de teléfonos celulares sino también de cualquier otro dispositivo electrónico similar en todas las instituciones educativas de la educación básica regular, públicas y privadas, durante el horario de clases.

El proyecto no fue aprobado y se espera que no lo sea, pues la medida adoptada por el Congreso ha sido apresurada, sin haber analizado con suficiencia a evidencia o quizá llevados por un mal mensaje que se dio respecto de los resultados de las evaluaciones internacionales. PISA no dice que cuando se utilizan en actividades de aprendizaje dentro del aula los aprendizajes se afectan; por el contrario, entre una y cuatro horas de uso se mantienen.

La decisión que han adoptado varios países del mundo desarrollado de hacer una selección de las actividades en donde se puede permitir el uso de los celulares en las aulas parece lo más recomendable. Ciertamente con la condición de que los docentes sean capacitados para actuar e esas situaciones. Lo que no debe suceder es que por falta de capacidades del docente de manejar el uso de celulares por sus alumnos los sacrificados sean los estudiantes. Si la escuela posee suficuente equipamiento informático (tabletas, laptops o PCs, y conectividad), es recomendable que el uso de ese equipamiento sea el recomendable; pero no no es el caso, habría que contemplar la posibilidad que el celular actúe como un factior compensador del déficit.

 Hay que subrayar que las herramientas digitales utilizadas en las escuelas no son malas para el aprendizaje. Las evdencias muestran que bien utilizadas pueden aportar considerablemente en el desarrollo de muchas de las competencias que necesitan los alumnos. Sobre todo son indispensables si se quieren desarrollar las competencias digitales. Por lo tanto, los esfuerzos deben centrarse en no prohibir el empleo de estas herramientas sino desarrollar capacidades para su buen uso.

Como lo plantea Jaume Sarramona, las prohibiciones muchas veces terminan como tentación para un uso mayor de esta herramienta. Los estudiantes no solo viven en la institución educativa; en el hogar y en el entorno viven tanto tiempo como en su centro de enseñanza. Allí no se les podrá prohibir. Otra equivocación de la norma es que deja fuera la posibilidad de que sea la escuela la que enseñe al niño o adolescente el adecuado empleo de las herramientas tecnológicas. El hogar está también llamado a contribuir en ese propósito. Finalmente, no se puede ignorar lo crucial que ees lograr que toda la población -escolar y adulta- sea competente digitalmente ante la velocidad de los cambios sociales y en el mundo de la producción. Parte de las posibilidades de vivir con bienestar y de sobrevivir a los cambios en el mundo del empleo está justamente en el desarrollo de estas competencias, las cuales hay que empezar a formarlas desde que el alumno está en la educación básica.

El dilema del uso o no de los celulares en las aulas

Autor: Hugo Diaz Publicado: marzo 31, 2025

A medida que la tecnología avanza y se integran nuevas metodologías educativas, varios países del mundo desarrollado y en desarrollo siguen discutiendo acerca del uso de los celulares en las aulas. Francia desde 2018, implementó una ley que prohíbe su empleo en escuelas primarias y secundarias, con algunas excepciones para actividades educativas específicas. En los Estados Unidos su uso está permitido pero igualmente con regulaciones específicas. Generalmente las decisiones de política al respecto no son cien por ciento excluyentes, pero toman en cuenta las características del contexto cultural y educativo.

Las preocupaciones y críticas han ido principalmente por cuatro razones identificadas en varias investigaciones, como las derivadas de las evaluaciones nacionales e internacionales sobre aprendizajes: (i) dependencia, distracción y desconcentración cuando su uso no es bien controlado en las aulas; además, el interés por seguir las redes sociales o juegos trae el riesgo de disminuir el desarrollo de las habilidades interpersonales; (ii) ciberbullying, al ser utilizado para ejercer acoso escolar creando un ambiente hostil; (iii) seguridad y privacidad con riesgo de ser comprometidas; y (iv) acceso desigual, lo que puede aumentar la brecha digital y desigualdades en el aprendizaje.

Frente a estas preocupaciones y críticas hay igualmente posiciones a favor de su empleo en las aulas. Entre las principales están: (i) es una herramienta de aprendizaje a través de la cual los estudiantes pueden aprender a gestionar su tiempo y a usar la tecnología de manera responsable al facilitar el acceso personalizado a aplicaciones educativas, a internet y recursos multimedia que pueden enriquecer y modelar el aprendizaje a su ritmo; (ii) contribuyen al aprendizaje activo y colaborativo y a una comunicación rápida, eficiente y cara a cara entre estudiantes, padres y profesores; (iii) para estudiantes con discapacidades, pueden ofrecer herramientas de accesibilidad que mejoran su experiencia educativa; (iv) contribuyen a preparar en habilidades digitales cada vez más necesarias para vida diaria y para un entorno laboral más tecnológico; (iv) se vuelven más importantes cuando la escuela tiene gran insuficiencia de equipamiento inmformático o carece de él.

Perú no ha escapado a esta precupación yendo un poco más allá: el Congreso de la República la Comisión de Educación, Juventud y Deporte del Congreso de la República planteó el proyecto de ley 5532/2022-CR, para prohibir drásticamente, durante el dictado de clases, no solo el uso de teléfonos celulares sino también de cualquier otro dispositivo electrónico similar en todas las instituciones educativas de la educación básica regular, públicas y privadas, durante el horario de clases.

El proyecto no fue aprobado y se espera que no lo sea, pues la medida adoptada por el Congreso ha sido apresurada, sin haber analizado con suficiencia a evidencia o quizá llevados por un mal mensaje que se dio respecto de los resultados de las evaluaciones internacionales. PISA no dice que cuando se utilizan en actividades de aprendizaje dentro del aula los aprendizajes se afectan; por el contrario, entre una y cuatro horas de uso se mantienen.

La decisión que han adoptado varios países del mundo desarrollado de hacer una selección de las actividades en donde se puede permitir el uso de los celulares en las aulas parece lo más recomendable. Ciertamente con la condición de que los docentes sean capacitados para actuar e esas situaciones. Lo que no debe suceder es que por falta de capacidades del docente de manejar el uso de celulares por sus alumnos los sacrificados sean los estudiantes. Si la escuela posee suficuente equipamiento informático (tabletas, laptops o PCs, y conectividad), es recomendable que el uso de ese equipamiento sea el recomendable; pero no no es el caso, habría que contemplar la posibilidad que el celular actúe como un factior compensador del déficit.

 Hay que subrayar que las herramientas digitales utilizadas en las escuelas no son malas para el aprendizaje. Las evdencias muestran que bien utilizadas pueden aportar considerablemente en el desarrollo de muchas de las competencias que necesitan los alumnos. Sobre todo son indispensables si se quieren desarrollar las competencias digitales. Por lo tanto, los esfuerzos deben centrarse en no prohibir el empleo de estas herramientas sino desarrollar capacidades para su buen uso.

Como lo plantea Jaume Sarramona, las prohibiciones muchas veces terminan como tentación para un uso mayor de esta herramienta. Los estudiantes no solo viven en la institución educativa; en el hogar y en el entorno viven tanto tiempo como en su centro de enseñanza. Allí no se les podrá prohibir. Otra equivocación de la norma es que deja fuera la posibilidad de que sea la escuela la que enseñe al niño o adolescente el adecuado empleo de las herramientas tecnológicas. El hogar está también llamado a contribuir en ese propósito. Finalmente, no se puede ignorar lo crucial que ees lograr que toda la población -escolar y adulta- sea competente digitalmente ante la velocidad de los cambios sociales y en el mundo de la producción. Parte de las posibilidades de vivir con bienestar y de sobrevivir a los cambios en el mundo del empleo está justamente en el desarrollo de estas competencias, las cuales hay que empezar a formarlas desde que el alumno está en la educación básica.

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  • ¡Muy buen tema, Hugo! 🤔 La discusión sobre el uso de celulares en las aulas sigue siendo relevante. Por un lado, son herramientas poderosas para el aprendizaje interactivo, pero por otro, su mal uso puede convertirse en una distracción. Es fundamental encontrar un balance, integrando las tecnologías de forma estratégica para mejorar la educación sin comprometer la calidad del tiempo de aprendizaje. Quizás la clave esté en enseñar a los estudiantes a usar sus dispositivos de manera responsable y consciente. 📱💡

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