El fenómeno caudillista


Se suele considerar el año 1823 como fecha de nacimiento de la República Peruana. Es el año en que se conforma el primer congreso constituyente tras la salida de José de San Martín. Esta fecha inaugura también una etapa política signada por el desorden, la ambición y las guerras internas: a esta etapa se le conoce como la era de los caudillos.

Las guerras de independencia crearon las condiciones para que distintos individuos (generalmente terratenientes con hombres a su mando) accedieran al poder, pero utilizando usualmente la fuerza y la coerción. La falta de un grupo dirigente y homogéneo facilitó la aparición de los caudillos en la escena política peruana entre 1823 y 1844.

No es posible agrupar a los caudillos bajo una misma característica. Lo que los une es la utilización de la fuerza para alcanzar su objetivos políticos. Sin embargo, tras el uso muchas veces desmedido de la fuerza, se encontraban hombres que luchaban por los intereses de su región o inclusive por un primitivo nacionalismo. Varios historiadores afirman que en las prácticas políticas de los caudillos se pueden vislumbrar algunos atisbos de fomento económico, fortalecimiento de los mercados locales, defensa de la soberanía y el crecimiento de la participación popular.

Durante la guerra de independencia hubo muchas propuestas y maneras distintas de enfocar el conflicto. La aristocracia criolla, aquel grupo llamado a tomar las riendas del Perú, se encontraba alejado de la vida política del país desde fines del siglo XVIII como consecuencia de la revolución de Tupac Amaru II y tuvo una participación escasa y errática en las luchas por la independencia. Es por esta razón que en la elección del Congreso Constituyente de 1823 no tuvieron mayor representatividad.

Por otra parte, los militares que habían servido al Perú en las batallas independistas se encontraron con una realidad sumamente desfavorable para sus intereses. Muchos de ellos, con varios hombres armados bajo su mando se creyeron indispensables para sacar al Perú adelante. El papel mesiánico caracterizó a todos estos hombres pues creían que sin su actuación el Perú caería en un periodo de caos e inseguridad. Es por ello que durante el periodo 1821-1845 el Perú tuvo más de quince presidentes, se reunieron 10 congresos y se promulgaron seis constituciones distintas, entre liberales y conservadoras.

En este periodo de inestabilidad económica y social, el ejército fue una de las pocas vías de ascenso para la gente que no pertenecía a la antigua nobleza virreinal. Tanto criollos como mestizos, y en menor medida negros y mulatos, lograron ingresar al selecto grupo dirigencial a través del ejército. Esta forma de ascenso social ya había sido práctica común durante las guerras de independencia, especialmente en el bando realista (p.e. Mateo Pumacahua, mestizo, brigadier del ejercito español afincado en el virreinato del Perú), sin embargo, en estos primeros años de vida independiente, la carrera militar permitió el acceso a muchos hombres que en años anteriores no hubiesen podido acceder a algún cargo público.

De igual manera, en los años que siguieron a la proclamación de la independencia, el ejercito se convirtió en una especie de partido político en el que los caudillos, o bien encontraban eco a sus acciones o una frontal oposición a sus ideas. Esta institución distaba mucho de ser un cuerpo profesional. Por el contrario, el reclutamiento de los hombres se realizaba de manera arbitraria, sin tener en cuenta si es que poseían algún tipo de experiencia o aptitud militar. De igual manera los ascensos dependían en gran parte de la cercanía o la confianza que los caudillos tenían en sus hombres. Así, la carrera militar podía ser meteórica y muchos hombres fueron incorporados al ejercito otorgándoseles altas gradaciones.

Muchas veces los caudillos se rodearon de militares extranjeros pues era una manera de poseer un cuerpo militar confiable y sin la necesidad de tener que promoverlos con el paso de los años. En cambio, en la medida de lo posible, trataron de no relacionarse con militares peruanos de vieja estirpe pues temían que en cualquier momento los traicionaran. Lo cierto es que muchas veces fueron los jóvenes pupilos de los caudillos los que les daban la espalda, uniéndose al bando contrario o propinándoles el golpe de estado.

subir